La competencia, ¿solo para algunos?

El título de este artículo encierra no una duda, bien, en cambio, una realidad. En una economía de mercado, donde prima o debería primar la eficiencia y la eficacia sobre cualquier otro modelo, nos encontramos con entidades que se resisten a este modelo y siguen gozando de privilegios. Quizás lo debería escribir con mayúsculas.

En las lecturas que habéis seguido hasta aquí, quizás habéis notado un cierto malestar en mi exposición. Tenéis razón, ni soy objetivo ni lo pretendo ser. Mi opinión, aunque, posiblemente sesgada, creo que es fruto de mi experiencia. Veamos.

Soy Ingeniero Industrial, por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Bilbao, fue mi primera elección a los dieciocho años, pero hete aquí, que aquel momento no era universitario. Me explico. Hagamos un poco de historia.

El Rey Carlos III se encontró con unas universidades dirigidas y gestionadas por la Iglesia. Él entendía, con razón, que esas Universidades estaban ancladas en el pasado y en aspectos humanístico-religiosos que no llevaban a la modernidad. Tampoco quería entrar en litigio con la Iglesia, pues el poder de la misma era importante. Pero fue tan hábil de establecer en paralelo las Escuelas, es decir, entidades de enseñanza superior de aquellas modalidades que eran precisas para avanzar hacia la modernidad.

Así nacieron las Escuelas, es decir, Universidades. Perdón, no se pueden asociar, en las que se enseñaban aquellas profesiones precisas para avanzar en la economía, el desarrollo, etc. Ejemplos: Escuela de Náutica, Escuela de Comercio, etc., y una de ellas, Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Bilbao, donde yo estudié.

¿Y cuál es el objetivo? Formar profesionales, no universitarios.

Posteriormente con la liberación de las Universidades y su incorporación al servicio público, estas lucharon por incorporar estas Escuelas a la Universidad, y lo consiguieron.

Hoy en día, la Escuela de Negocios de Bilbao ya pertenece a la Universidad Pública del País Vasco.

¿Y qué diferencia hay?

Solamente voy a poner algún ejemplo. En mi época, los catedráticos eran directivos de empresa en activo. Como muestra:

El Sr. Aspiazu, catedrático de motores, era el director general de Aceros Echevarría, nos daba clase a primera hora de la mañana, creo recordar que era de ocho o nueve, hasta las nueve o diez, y le esperaba un coche para llevarlo hasta su puesto de trabajo.

El catedrático, de Forja, Fundición y Máquina Herramientas, era D. Abelardo García Mateos, director de compras de Altos Hornos de Vizcaya.

Y así podría seguir con un largo etcétera, el Sr. Arana, el Sr.Barrón, el Sr.Zorraquino, por cierto, el primer director de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de Vigo, etc.

Hoy en día los catedráticos, no son profesionales, la mayor parte enseñan, o mejor se dedican a la enseñanza, e investigan. ¿Investigan qué?

Ya conocen la frase: “Plagiar es copiar a uno, investigar es copiar a muchos”. Es decir, hacen artículos, algunos con la colaboración de becarios, que se publican en sus medios afines y que normalmente no salían de ahí.

En este momento me he dado cuenta de que no soy objetivo, hay muchas personas y catedráticos de Universidad que no merecen las palabras que les he dedicado anteriormente. Perdón. Creo que soy injusto, pero el magnificar ciertos hechos y situaciones pueden aportar más claridad a mis conclusiones.

Hecha esta salvedad, sigamos, ¿cuál es la diferencia principal?

Creo que, en mi Escuela, enseñaba alguien lo que había hecho, en la actual Universidad, enseña alguien lo que ha leído. La diferencia es sustancial, al menos en ciertas especialidades.

Pero ¿a dónde nos lleva esto?

Cuando escribo esto, hoy, día 25 de mayo de 2021, se ha debatido en el Parlamento de Galicia, la ley de Universidades Privadas, salida adelante por votos del PP y con enmiendas a la totalidad del PSOE y del BNG, y obviamente apoyadas estos últimos por los rectores de las tres Universidades Públicas Gallegas y la mayor parte del claustro y de los diferentes colectivos minoritarios.

Esta ley se modifica por dar entrada a la Universidad Privada de IESIDE, entidad promovida por Abanca y que equipara Galicia a la mayor parte de las Comunidades Autónomas españolas en las que existen Universidades Privadas.

Hasta ahora, los estudiantes gallegos que querían y podían ir a una Universidad Privada, tenían que salir de Galicia, hacia España o fuera del país. Galicia no lo permitía.

Pero la cuestión es ¿por qué aparecen Universidades Privadas? La respuesta en términos estratégicos empresariales es por qué aparece un hueco de mercado o una necesidad mal cubierta, ya que de otro modo no se entiende que alguien esté dispuesto a pagar más por un producto, salvo que éste tenga algún atributo diferencial.

La Universidad Pública española se ha quedado desfasada, endogámica y funcionarial, perdón, a las excepciones que las hay, y por supuesto, no quieren competencia, pues saben que tienen las de perder, o la necesidad de cambiar, pero esto resta privilegios.

Uno de los argumentos, que voy a tildar de demagógico, es que la matrícula es cara, que a la Universidad Privada le guía el negocio. En parte, tienen razón, como cualquier empresa, hay dos tipos: las que ganan dinero a largo plazo y las que están cerradas, pero no tienen razón en que el negocio es caro.

La Universidad Privada no es más cara que la Pública. Esta afirmación se puede constatar viendo lo que cuesta una y otra por alumno y año. Quizás, nos sorprendería ver que una Universidad Pública el coste por alumno, durante su estancia es superior a 50.000 euros. Hagan las cuentas.

Otra cuestión es quien paga este coste. En una Universidad Privada lo hacen de manera directa los alumnos, en una Pública lo pagamos todos. Me recuerda la discusión que está en boga en los últimos meses sobre los peajes de las autovías para el mantenimiento. Todos o los que las utilizan.

En mi opinión creo que la Universidad Pública debe ser subvencionada tal y como es en la actualidad para permitir el acceso de todas las personas a la misma, aunque quizás otras modalidades, como becas, pudiera ser una forma más eficiente. El dilema sería, subvencionamos la Universidad o subvencionamos los alumnos. Ahora este dinero público o, mejor dicho, de todos, debe ser utilizado eficazmente. Por supuesto no como en la actualidad.

Los que se oponen a la Universidad Privada, deben plantearse una pregunta: ¿Cómo es posible que un producto subvencionado, es decir, de mucho menor precio para el comprador, no es competitivo con un producto de mayor precio?

En la respuesta tienen la actuación que deben llevar a cabo. No es la eliminación del competidor más caro.

Carlos-Lopez-Navaza
Carlos López Navaza

Socio – Director de LN Consultores y consejero de diversas empresas en las áreas de estrategia, negocio y energía, y colaborador en diversas escuelas de negocios en las materias de Estrategia, Planificación y Control y Organización de Empresas. Además es profesor asociado de Galicia Business School.